martes, 21 de enero de 2014

Fulgurita, el mineral creado por un rayo



Se estima que hay 16 millones de tormentas eléctricas anuales, la mayoría con múltiples rayos. Se piensa que estas condiciones han sido idóneas para la formación de fulguritas (del latín fulgur, rayo) o “rayos petrificados”, huellas cristalinas que se quedan en la arena o en las rocas expuestas cuando el rayo golpea el suelo. Tan frágiles como hermosas, las fulguritas son lo más parecido a coger un rayo en la mano.

El fenómeno puede alcanzar una profundidad de hasta 15 metros, pero su anchura es mucho más limitada.

El calor intenso de la caída del rayo (superior a los 1800 ºC) funde la sílice de la arena y hace que los granos se fusionen. Todo el proceso ocurre en menos de un segundo. La temperatura del silicio (dióxido de silicio) alcanza los 50.000 grados convirtiéndose en un tubo hueco alineado, con aspecto de gusano retorcido, lo que esencialmente es un cristal: la fulgurita.

Las fulguritas son abundantes en los desiertos y otras zonas con dunas. El lugar del mundo donde son más frecuentes es en el desierto del Sáhara.

En esta instantánea, tomada por el fotógrafo Ken Smith en Australia, podemos ver los efectos de la caída de un rayo sobre la arena de una playa.

Su color puede ser muy variable dependiendo de la composición de la arena. Existen verdes, negras, translúcidas o del color del bronce.

Actualmente, el brillante y cristalino interior de muchas fulguritas es llamado lechatelierita. En algunos casos, el tubo puede estar completamente relleno de cristal. La gente ha trabajado con lechatelierita desde tiempos prehistóricos y hay ejemplos bastante bellos como se muestra claramente en la foto de la izquierda.

Las fulguritas más fáciles de encontrar y recuperar son aquellas que se han formado recientemente y han perdido la estructura de la sal. La cambiante arena hace que las fulguritas puedan ser fácil de ver y relativamente sencillas de recoger.

Es posible que las sociedades antiguas encontraran un conexión entre el rayo, la arena, y el cristal del interior de las fulguritas; entonces se fundió artificialmente la arena para crear el primer cristal.

Las fulguritas se pueden crear también
 artificialmente lanzando rayos. Eso es exactamente lo que hizo el artista Allan McCollum, pero no una, sino cientos de veces en el verano de 1997. Los resultados van desde tubos de vidrio delgados no más largo que una pajita hasta la madre de todas las fulguritas, un monstruo de 17 metros de profundidad que figura en el libro Guinness de los récords como el más largo del mundo.

Además de los rayos, hay otro par de maneras de crear cristal de la arena. Ambos métodos implican la aplicación de una fuerza extrema resultado de temperaturas excepcionalmente altas. El primero es el impacto de un meteorito, como el que creó el cráter Kebira en la frontera entre Libia y Egipto hace 30 millones de años. Un gran área fue expuesta a la arena fundida, que al enfriarse tomó un color verde amarillento. El llamado cristal libio del desierto fue apreciado por los antiguos egipcios, y una pieza trabajada y dispuesta en el centro de este peto ornamentado diseñado para el faraón Tut.

El vidrio también puede ser creado por la tierra o al nivel del suelo por las explosiones atómicas. La primera explosión atómica tomó lugar el 16 de Julio de 1945 en la prueba de White Sands cerca de Alamogordo, en Nuevo México. Conocida como “Trinidad”, la prueba de 20 kilotones dejó una gran área en la zona cero cubierta con cristales verdes. Apodado “trinitita”, el cristal era (y aún es) ligeramente radiactivo y es muy codiciado por coleccionistas y cazadores de recuerdos.

sábado, 11 de enero de 2014

El satélite Jápeto



Jápeto (Iapetus) es uno de los satélites más raros del planeta Saturno; es el octavo más distante al planeta y el tercero en tamaño, con un diámetro de alrededor de 1.500 km, después de los satélites más grandes Titán y Rea. 

Descubierto por Giovanni Cassini en 1671, tarda en completar una vuelta alrededor de Saturno 79,33 días, a una distancia media de 3.561.300 km.


Compuesto fundamentalmente por hielo
, con no más de un 20% de material rocoso, Jápeto recibe su nombre del titán Jápeto. También es conocido como Saturno VIII.

Jápeto resulta demasiado pequeño para tener atmósfera y su temperatura en superficie oscila entre 143 y 173 grados bajo cero. Al igual que la Luna con la Tierra, siempre enseña la misma cara a su planeta. Es la única gran luna de Saturno desde la que se pueden ver bien los anillos, pues las demás se hallan demasiado cerca para percibirlos con claridad.

Pero es cierto, casi todo en Jápeto es raro. En vez de ser esférica, esta luna es más abultada en el ecuador que en los polos. Y tiene una cordillera muy alta de origen misterioso que envuelve la mayor parte del terreno alrededor de su ecuador. Debido a su robustez y la cresta gigante en forma de anillo, parece una nuez de gran tamaño.


En el siglo XVII, Giovanni Cassini observó que podía ver Jápeto cuando este se encontraba en un lado de Saturno pero no en el otro. Llegó a la conclusión acertada que uno de los hemisferios del satélite era más oscuro que el otro, característica confirmada por las imágenes de las sondas Voyager y Cassini/Huygens. Se cree que las regiones más oscuras lo son por estar cubiertas por un material de origen orgánico formado por compuestos de carbono y nitrógeno. El origen de este material oscuro no es conocido, aunque se cree que podría provenir del interior de la propia luna o bien ser materia de otros satélites o anillos. No se conoce con certeza el motivo real, aunque la segunda hipótesis cada vez es más apoyada por evidencias observacionales.

Sus cráteres de impacto son anchos y profundos como fosas infernales y existe una montaña de 20 kilómetros de altura que supera con mucho a nuestro Everest, en comparación tan solo una humilde colina. En este peculiar paisaje, según han descubierto científicos de la Universidad de Washington en St. Louis, el Instituto Lunar y Planetario y el Centro de Investigación Ames de la NASA, se producen las avalanchas de hielo más gigantescas de todo el Sistema Solar, con la excepción de Marte. Los derrumbamientos, realmente grandiosos, parecen desafiar as leyes de la física.

Los investigadores han identificado treinta avalanchas masivas de hielo en las imágenes de la Cassini. Diecisiete se hundieron en las paredes de los cráteres y trece se deslizaron por los toboganes de la cordillera ecuatorial. El hielo alcanza en su caída altísimas velocidades, pero entonces sucede algo extraño. De alguna manera, su coeficiente de fricción baja y comienza a fluir en lugar de desplomarse, viajando muchísimos kilómetros antes de que se disipe la energía de la caída y se detenga completamente.

Las avalanchas de hielo en Jápeto no son solo gigantescas, sino que son más grandes de lo que deberían ser dadas las fuerzas que los científicos creen las ponen en movimiento y las llevan hasta el final.

El equivalente de la avalancha de hielo de Jápeto en nuestro planeta es un raro desprendimiento de tierra llamado sturzstrom, que se caracteriza por tener un gran desplazamiento en sentido horizontal 20 o 30 veces más largo que su caída vertical. Incluso puede subir cuesta arriba. Estos deslizamientos de tierra extraordinariamente móviles, que parecen extenderse como un líquido en lugar de desplomarse como rocas, desconciertan a los científicos desde hace mucho tiempo.

Si le gustaría una foto como este Photoshop de la izquierda en su colección, entonces su destino está en la Cordillera Ecuatorial de Jápeto. Fue descubierta por la nave Cassini/Huygens el 31 de diciembre de 2004, y se trata de una cordillera de unos 20 kilómetros de ancho y 13 de alto que se extiende a lo largo de 1300 kilómetros en el hemisferio oscuro. Algunos picos se elevan más de 20 kilómetros sobre el nivel de las planicies circundantes. El nombre se debe a que sigue casi perfectamente el ecuador del satélite, aunque sólo abarca el lado oscuro.

La cordillera es un sistema complejo compuesto
por picos sueltos, largas serranías y una larga región con tres cadenas montañosas casi paralelas: Carcasonne, Toledo y Tortelosa. La presencia de múltiples cráteres revela que es muy antigua, aunque está restringida a la zona oscura: en la clara, sólo hay algunas elevaciones sueltas en el rango de los 10.000 metros.

En Jápeto hay otro desnivel muy notable, aunque este va hacia las profundidades: el inmenso cráter Turgis. Jápeto presenta numerosos impactos de meteoritos, pero ninguno tan grande: con 580 kilómetros de diámetro, ocupa casi el 40% de su superficie con una escarpadura de quince kilómetros hacia abajo.

Fotomosaico de imágenes de la sonda Cassini/Huygens que muestran
la Cassini Regio y Toledo Montes, la gran cordillera ecuatorial.

Jápeto es bastante más pequeño que la Luna y hay truco: su gravedad resulta cuarenta y cuatro veces menor que la terrestre. Eso significa que si aquí puedes llevar una mochila de veinticinco kilos, allí no tendrías problemas en cargar una tonelada de material. Y que si aquí eres capaz de saltar un metro, allí puedes saltar 44.

Lo va a necesitar... porque el desafío no es pequeño. Jápeto tiene varias peculiaridades curiosas. Una de ellas es que presenta dos regiones con un albedo fuertemente diferenciado: una muy clara (dividida en Tierra Roncesvalles y Tierra Zaragoza) y otra muy oscura con tonalidad rojiza que lleva por nombre Cassini. Y a lo largo de todo Cassini hay una inmensa cordillera de mil trescientos kilómetros de longitud recorriendo su ecuador, con unas alturas entre 16 Kms, incluyendo algunas elevaciones cercanas a los veinte mil metros. No se conoce la causa de esta gigantesca cordillera, que tiene el aspecto de un cinturón, aunque hay varias hipótesis.

Se estará preguntando el por qué de nombres como Roncesvalles, Zaragoza o Toledo en un satélite de Saturno. 
La respuesta es bien simple. Todos los accidentes geográficos de Jápeto llevan nombres extraídos del Cantar de Roldán, un poema épico de varios cientos de versos escrito a finales del siglo XI. Escrito en francés antiguo por un monje normando, Turoldo, este cantar de gesta narra deformando legendariamente los hechos de la batalla de Roncesvalles, que históricamente no pasó de ser una escaramuza, y que pudo enfrentar a tribus de vascones contra la retaguardia de las fuerzas carolingias al mando del conde Roldán, prefecto de la Marca de Bretaña.

Además de los nombrados accidentes geográficos, las ciudades de Córdoba y Sevilla, también presentes en este poema, están representadas en Sevilla Montes y Córdoba Montes del hemisferio oscuro de Jápeto.


Más información: Si desean observar el planisferio completo de Jápeto, les dejo un par de enlaces de la NASA aquí y aquí, así como un pdf gráfico.

miércoles, 8 de enero de 2014

Titanoboa, la serpiente más grande que ha existido

Foto: Smithsonian.com
Filo: Chordata
Reino: Animalia
Clase: Sauropsida
Orden: Squamata
Suborden: Serpentes
Familia: Boidae
Subfamilia: Boinae
Género: Titanoboa
Head et al., 2009
Especie: T. cerrejonensis Head et al., 2009

Titanoboa cerrejonensis es una especie extinta de serpiente de la familia de los boidos, que vivió en el Paleoceno en Sudamérica entre hace 60 y 58 millones de años. Es la serpiente más grande encontrada hasta la actualidad, superando a la anterior poseedora del título, Gigantophis.

Titanoboa vivió entre hace 60 y 58 millones de años donde se sitúa la actual Colombia. Se le ha dado el nombre de Titanoboa cerrejonensis por su tamaño y por la mina de carbón del Cerrejón, una de las minas a cielo abierto más grande del mundo, en el Departamento de La Guajira, Colombia, situada en la formación geológica homónima. A través de un estudio comparado de sus vértebras, se estima que la serpiente medía 13 metros de longitud y tenía un peso aproximado de 1135 kg. 

Titanoboa tenía la apariencia de una boa constrictor y comía de todo, incluyendo cocodrilos y anacondas. En Cerrejón también fueron hallados esqueletos de tortugas gigantes (Cerrejonemys) y de cocodrilos (Cerrejonisuchus) que pudieron ser devorados por el enorme ofidio. 

Foto: Paleontología en Colombia.
"Es la serpiente más grande que ha existido en el planeta, de la familia de las boas, vivía en lagos y mataba a sus víctimas estrangulándolas y comiéndolas enteras", relata el geólogo Carlos Jaramillo, del Instituto Smithsonian de Investigación Tropical.

El Cerrejón, la mina de carbón al aire libre más grande del mundo, se convertiría desde 2002 en el mayor depósito de fósiles del planeta cuando Fabiany Herrera, por aquel entonces estudiante de pregrado, bajó del autobús y observó una roca que le llamó la atención, la levantó y descubrió una hoja fósil. El investigador Jaramillo intuyó entonces que en esos terrenos había existido una excepcional selva tropical. Fósil a fósil, los especialistas recrearon que en El Cerrejón había habido flores, frutas, plantas y tortugas gigantes, así como cocodrilos de quince metros y peces pulmonados de tamaño increíble.

En 2005, otro estudiante colombiano, Edwin Cadena, se sumó a las expediciones para buscar restos de tortugas, y encontró unas vértebras, que investigadores en Florida, EE.UU., identificaron como "de Titanoboa".

La investigación sobre el reptil, coordinada durante cinco años por el Instituto Smithsonian de Investigación Tropical y el Museo de Historia Natural de Florida, ha encontrado restos que indican que unas sesenta titanoboas vivieron en la zona. También abrió la puerta a otra revelación: la selva en la que vivía el gigantesco reptil era más húmeda, con más dióxido de carbono y varios grados más cálida que las actuales, lo que rompe la creencia de que a mayor calor, menos diversidad de especies. Y es que este poderoso animal no estaba solo. De acuerdo con investigadores de la Universidad de Florida, que publicaron un estudio en Paleontology, habría vivido ahí también una especie extinta, un pariente de los cocodrilos modernos de unos 6 metros de largo que pudo haber entablado cruentas batallas con Titanoboa, el Acherontisuchus guajiraensis, el cual dominaba un ancho río que desembocaba en el Caribe. Tenía un hocico largo, estrecho y con dientes puntiagudos, lo que indica una especialización en la caza de peces. De hecho, es el primer animal terrestre del Paleoceno, época inmediatamente posterior a la extinción masiva del final del Cretácico (que marca la desaparición de los dinosaurios), especializado en comer pescado, lo cual significa que competía con Titanoboa por la comida.

Acherontisuchus guajiraensis
"Con seguridad, los ejemplares más jóvenes corrían riesgos con Titanoboa, pero los más grandes podrían haber sido demasiado para la serpiente", comenta Alex Hasting, autor principal del estudio.

Otro antecesor de los cocodrilos también enfrentó a Titanoboa. Hace un años, paleontólogos de la Universidad de Florida presentaron al Cerrejonisuchus improcerus, un reptil de unos 2 metros de largo, un pequeño tamaño en comparación con los gigantes que vivían en la época. Fósiles de ambas especies han sido encontrados juntos en la mina de El Cerrejón.


Lo mismo que extinguió a los dinosaurios acabó con la mayoría de los cocodrilos que vivían en la época, pero los dirosáuridos, procedentes originalmente de África hace 75 millones de años y que cruzaron el Atlántico hasta llegar a Sudamérica, fueron unos de los pocos grupos que consiguieron salvarse.



Fuente: Muy Interesante.