Hace casi tres años, investigadores de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, hacían público un singular descubrimiento: en el barro del
fondo del mar existen corrientes eléctricas. No estaba claro cómo se originaban
estos impulsos, pero los investigadores pensaron que se trataba de una especie
de red eléctrica natural formada por conexiones entre diferentes bacterias,
algo así como un mundo de “Avatar” en miniatura Ahora, están convencidos de haber
resuelto el misterio, y han publicado sus conclusiones en la revista Nature. Resulta
que el proceso tiene lugar dentro de unas bacterias filamentosas que, en
efecto, son conductoras de electricidad. Juntas, constituyen un
impresionante tendido eléctrico vivo que puede transferir electrones a un
centímetro de distancia, una barbaridad si se tiene que cuenta que es unas
10.000 veces la longitud de su propio organismo.
Los investigadores se llevaron una sorpresa muy grande
cuando hace unos años, mientras estudiaban una muestra de barros y lodos
procedentes del fondo de la bahía de su propia ciudad, descubrieron corrientes
eléctricas entre los procesos biológicos. Desde entonces, han intentado
encontrarles una explicación. "Nuestros experimentos mostraron que las
conexiones eléctricas en el fondo marino deben ser estructuras sólidas
construidas por las bacterias", dice uno de los investigadores, Christian
Pfeffer. Los científicos eran capaces de interrumpir la corriente eléctrica
sosteniendo un delgado alambre a través del fondo marino, como ocurre cuando
una excavadora corta los cables de la electricidad.
En los microscopios, los científicos encontraron un tipo de
largas bacterias multicelulares hasta ahora desconocidas que siempre estuvieron
presentes cuando se medían las corrientes eléctricas. "La increíble idea de que
estas bacterias forman un tendido eléctrico realmente surgió cuando, dentro de
ellas, descubrimos cuerdas como cables delimitadas por una membrana", dice el
investigador Nils Risgaard-Petersen.
Una red kilométrica
La bacteria es cien veces más delgada que un cabello y toda
ella funciona como un cable eléctrico con un número de hilos aislados en su
interior. Es muy similar a los cables eléctricos que conocemos en nuestra vida
cotidiana. “Tales cables biológicos aislados parecen simples, pero tienen una
complejidad increíble a nanoescala”, advierten los científicos. En realidad,
las bacterias que viven en un solo metro cuadrado del fondo marino darían para decenas
de miles de kilómetros de cableado.
El motivo de esta transmisión es la supervivencia. El
oxígeno está disponible solo en la capa superior de los sedimentos marinos,
pero las bacterias viven mucho más al fondo. Su sistema de cableado les
proporciona un medio de obtener energía conectando a unas bacterias
con otras, a las que están encima y tienen un mejor acceso al oxígeno con las
que están debajo y les cuesta más obtenerlo. Así, con la transferencia de electrones,
todas pueden realizar las mismas reacciones químicas. "Por un lado, todavía es
muy irreal y fantástico. Por otro lado, también es muy tangible", dice Lars Peter Nielsen, profesor de la Universidad de Aarhus, a cargo de la exploración
de las corrientes eléctricas naturales. El futuro dirá si este asombroso
descubrimiento puede ser utilizado en nuevos tipos de productos
electrónicos.
Fuente: ABC.
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